Las comunidades de todo el mundo están enfrentando inundaciones, olas de calor, huracanes y cambios en los patrones de las enfermedades, y los sistemas de salud están en la primera línea de estos impactos. Al tiempo que la COP30 se desarrolla en Brasil, y los gobiernos lanzaron el Plan de Acción en Salud de Belém para la Adaptación Climática – respaldado por Salud sin Daño–, el sector salud de América Latina demuestra cómo se construye resiliencia a través de medidas de adaptación y mitigación. 

Los sistemas de salud resilientes no sólo refuerzan su capacidad para anticiparse, absorber y recuperarse ante las crisis climáticas, sino que también reducen las emisiones que provocan esas crisis mediante infraestructuras eficientes, energías limpias, compras más inteligentes y prácticas clínicas preparadas para el clima.

Resiliencia en la atención en salud

Los miembros de la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables ya están aplicando los siguientes elementos del Plan: evaluar el riesgo climático, establecer una gobernanza sólida, proteger el agua y la energía, formar a sus colaboradores, mejorar la calidad del aire y desplegar soluciones bajas en carbono y eficientes en el uso de los recursos. 

Los siguientes casos muestran cómo las estrategias de riesgo y acción pueden proteger a pacientes y comunidades en la actualidad, al tiempo que aceleran la transición hacia una atención en salud baja en carbono y resiliente al clima.

 

Costa Rica - Ahorro de agua para salvaguardar el cuidado

En San José de Costa Rica, el Hospital Clínica Bíblica ha implementado un completo programa para reutilizar las aguas lluvia y promover el uso eficiente del agua potable. El agua, recogida de los tejados, se filtra y se reutiliza para los jardines, el saneamiento, la lavandería y la limpieza, lo que le permite al hospital ahorrar aproximadamente 31.000 m³ de agua potable al año, alrededor del 33% de su consumo total. Las campañas educativas y la señalización clara en todas las instalaciones involucran al personal y a las y los pacientes, animando a toda la comunidad a participar en estos esfuerzos de ahorro de agua.

Para garantizar el suministro seguro, el hospital supervisa la calidad del agua según normas nacionales e internacionales, desde su origen hasta las unidades especializadas, incluida la hemodiálisis. Los tanques de reserva, la cloración automatizada y los simulacros de emergencia proporcionan resiliencia en caso de desastre, garantizando la continuidad de la atención. Al tratar el agua como un recurso escaso y un elemento vital, el Hospital Clínica Bíblica muestra cómo los hospitales pueden adaptarse para proteger a sus comunidades.

 

Brasil - Preparación de profesionales para el cambio climático, con mejoras en mitigación y adaptación

En el Hospital das Clínicas, afiliado a la Facultad de Medicina de Botucatu - UNESP, la acción climática forma parte de la formación médica. Cada año, estudiantes de pregrado de medicina y enfermería, de especialización y de posgrado aprenden sobre el cambio climático, familiarizándose con las actividades desarrolladas por el Centro de Hospitales Sostenibles. Estas actividades promueven habilidades prácticas y replicables, como la evaluación de riesgos, la planificación de la continuidad asistencial, la gestión de recursos y la medición de la huella de carbono mediante el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero, con el fin de mitigar los impactos y adaptar los servicios a entornos clínicos reales.

Este trabajo de gran impacto, centrado en la gobernanza, le permitió obtener el equivalente a 2 millones de dólares estadounidenses para mejoras de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL), con claros beneficios colaterales para la adaptación del hospital: modernización de los sistemas de aire acondicionado (enfriadores), refrigeración e iluminación, además de la instalación de la planta fotovoltaica en azotea más grande entre los hospitales de Brasil, con una capacidad de 1190,75 kWp. Entre agosto de 2024 y agosto de 2025, la planta fotovoltaica generó 1.452.300 kWh (suficiente para abastecer a 7.260 hospitales medianos durante un mes), lo que supuso un ahorro de 115.000 dólares estadounidenses durante ese periodo. Además, evitó la emisión de 886 tCO₂ al año, equivalente a plantar 6.200 árboles. 

Al tiempo que fortalecen la capacidad del hospital para mantener condiciones seguras durante episodios de calor extremo y cortes de energía, estas medidas también permiten ahorrar recursos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

 

Colombia - Transformación de los riesgos climáticos en hoja de ruta para la acción 

La Fundación Santa Fe de Bogotá fundamenta su trabajo de adaptación al cambio climático en una evaluación estructurada de riesgos y vulnerabilidades, alineada con el marco del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que examina la exposición, la sensibilidad y la capacidad adaptativa, para comprender cómo los peligros climáticos pueden afectar los servicios de salud y la infraestructura crítica. A partir de este análisis, el hospital desarrolló una hoja de ruta plurianual que incluye la creación de un Comité de Gestión del Riesgo Climático, un plan de adaptación hospitalario y procedimientos claros para la gestión de emergencias y la continuidad de los servicios documentados en la matriz de vulnerabilidades de la institución.

Entre las acciones prioritarias se encuentran el refuerzo estructural y modernización del sistema contraincendios del edificio tradicional, la renovación de los sistemas de energía, el reciclado del agua lluvia, la gestión integral de residuos hospitalarios, así como la implementación de un sistema de gestión de edificios (BMS, por sus siglas en inglés) para el monitoreo en tiempo real y la eficiencia de los recursos. La resiliencia operativa está diseñada para garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales durante y hasta 72 horas después de eventos disruptivos.

El hospital también invierte en la formación del personal, el programa de formación de líderes ambientales y el proyecto verde vida, los cuales se fundamentan en sistemas de alerta temprana y en la participación comunitaria para aumentar la conciencia, reducir la vulnerabilidad y promover prácticas de salud sostenibles y resilientes al clima.

 

Chile - Fortalecimiento de la atención primaria de salud para un clima cambiante

En Talca, Chile, la Ilustre Municipalidad y el Departamento Comunal de Salud, a través de su red de atención, han puesto la resiliencia climática en el centro de su Plan de Acción Climática Comunal 2025-2030. Basado en una evaluación territorial de riesgos y vulnerabilidades, el plan identifica cómo las olas de calor, los incendios forestales, las inundaciones y las sequías amenazan a una amplia red de atención prioritaria. El diagnóstico vincula estos peligros climáticos con la expansión urbana en zonas de riesgo, el bajo aislamiento de los edificios, los episodios de mala calidad del aire, el estrés hídrico y la vulnerabilidad social, destacando el cambio climático como un riesgo directo para la salud pública y como un desafío sistémico, que abarca la salud, el uso del suelo, el transporte y los ecosistemas.  

El plan prioriza 21 medidas de adaptación para incorporar la resiliencia en las operaciones diarias, entre las que se encuentran:

  • Implementar medidas frente al calor, la calidad del aire y la conservación del agua. 
  • Modernizar las instalaciones y los sistemas energéticos para garantizar la continuidad de los servicios.
  • Proteger los humedales y espacios verdes, y promover la movilidad sostenible para reducir los riesgos de inundación y calor.

La gobernanza se fortalece a través de una Unidad de Salud Ambiental y una Agenda Ambiental de Salud municipal, que garantizan la capacitación del personal, la participación comunitaria y la coordinación intersectorial, de modo que la atención primaria pueda seguir protegiendo a las personas incluso frente al creciente estrés climático.

 

México - Monitoreo del riesgo por calidad del aire y operaciones adaptativas

En el área metropolitana de Monterrey, donde en 2024 se registraron 227 días con mala calidad del aire, el Hospital Zambrano Hellion de TecSalud aborda la contaminación atmosférica como un riesgo tanto para la salud pública como para la operación hospitalaria. El hospital instaló un monitor Purple Air que proporciona datos públicos en tiempo real para rastrear los niveles de contaminación (PM2.5/PM10), establecer umbrales de respuesta y analizar tendencias históricas. Esta vigilancia del riesgo permite tomar decisiones rápidas para proteger a pacientes y personal, a partir del aumento documentado de casos respiratorios durante los episodios de contaminación.

Cuando los niveles de contaminación superan los límites de seguridad, el hospital activa protocolos que incluyen el cierre de áreas al aire libre, el control de los puntos de acceso, el uso obligatorio de mascarillas y la emisión de boletines informativos sobre la situación. La dirección también revisa la activación de códigos de emergencia y la posible activación del Comité Hospitalario de Emergencias y Desastres para salvaguardar la continuidad de la atención. Los próximos pasos incluyen la implementación de alertas de calidad del aire y sensores interiores para fortalecer el control de la exposición y la resiliencia operativa.

 

Mientras la COP30 se reúne en Belém, estos casos de América Latina nos recuerdan que la adaptación no es una meta abstracta, sino una práctica rigurosa: evaluar riesgos, integrar la gobernanza, modernizar los sistemas críticos, capacitar al personal y trabajar junto a las comunidades para proteger la equidad en salud.

El camino está claro. Ahora lo que se necesita es ampliar la escala: financiamiento dedicado, estándares para instalaciones de salud resilientes al clima, datos interoperables que orienten las decisiones y políticas que prioricen a las poblaciones más vulnerables.

Si las instituciones y sistemas de salud de la región adoptan este ciclo “del riesgo a la acción” –y cuentan con los medios para implementarlo–, podrán mantener la atención segura frente al calor, las inundaciones, los incendios y la contaminación, al mismo tiempo que reducen emisiones y costos operativos.

La adaptación es posible hoy. La COP30 es nuestro momento para hacerla universal.