Como en muchos centros médicos, en el comedor del Hospital Pablo Tobón Uribe, en Medellín, Colombia, los restos de comida iban directo a la basura. Esto que parece un hábito inofensivo, tiene, sin embargo, un impacto profundo. Además de un alto costo económico y social, cada gramo de comida desperdiciada genera un alto impacto ambiental.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aproximadamente una tercera parte de los alimentos producidos en el mundo se desperdician. Una vez en la basura, estos residuos orgánicos producen gases y líquidos que contaminan las aguas, el suelo y el aire, lo que impacta negativamente al ambiente y a los seres vivos.
Por ello, en 2021 el Hospital Pablo Tobón Uribe decidió poner en práctica una estrategia pedagógica para sensibilizar a su personal, transformar costumbres y lograr que sólo sirvieran lo que realmente iban a consumir. Así nació “Naturaleza limpia con platos vacíos”, iniciativa liderada por los equipos de Responsabilidad Social, Gestión Ambiental y el Servicio de Alimentación del establecimiento.
La intervención empezó con un diagnóstico, durante el cual se analizaron los datos del proveedor de alimentos y se estableció una línea base. De acuerdo con la evaluación, en 2020 se arrojó una media de 25 gramos de desperdicio por plato servido en el hospital. A partir de estos resultados, los equipos diseñaron una campaña educativa que incluyó charlas breves en la fila del comedor, mensajes y gráficas en las carteleras, y regalos simbólicos para quienes dejaban el plato completamente vacío. El personal escuchó, participó y aportó ideas para mejorar el menú y reducir el desperdicio de comida.
“Desde el corazón de nuestro hospital, cada plato que servimos es un acto de cuidado integral. No sólo nutrimos la salud y el bienestar de nuestros pacientes y colaboradores, sino que también asumimos con pasión el compromiso de cultivar un futuro más verde. Optimizando el ciclo del menú y transformando nuestros procesos de producción, estamos forjando un legado de sostenibilidad que beneficia a todos", señala Lorena Molina, jefe del Departamento de Alimentación del Hospital Pablo Tobón Uribe.
El resultado: más de una tonelada de residuos evitados
Durante los 18 meses que duró la estrategia, más de 250 personas fueron sensibilizadas diariamente. Y lo más importante: el desperdicio por plato se redujo a 19,5 gramos, es decir, más de un 20% de disminución de residuos en 2022. A su vez, esto significó una reducción total de 1.255 kilogramos de residuos orgánicos (más de una tonelada).
Las acciones adoptadas también redujeron los costos relacionados con la disposición de residuos y, principalmente, mejoraron la cultura ambiental del personal del hospital.
La estrategia implementada por el Hospital Pablo Tobón Uribe se alinea con las metas de Alimentos y Residuos de la Agenda Global para Hospitales Verdes y Saludables. Este caso es ejemplo de cómo los hospitales, dedicados al cuidado de las personas, también pueden cuidar del planeta y ofrecer soluciones ambientales.
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