En el campo de la atención sanitaria, los gases anestésicos son gases de efecto invernadero potentes. Representan, como mínimo, el 0,6 % del impacto climático global del sector de la salud. Uno de los gases anestésicos inhalatorios más usados es el desflurano, que también tiene el mayor potencial de calentamiento global.

El Departamento de Anestesiología del Grupo de Hospitales Fiona Stanley Fremantle (FSFHG, por sus siglas en inglés) en el este de Australia comenzó a trabajar en la reducción de la huella climática de sus gases anestésicos. Para eso, lanzó una iniciativa focalizada en la reducción del uso de desflurano. 

La educación fue clave en este proceso. A principios de 2020, la visita de un académico inspiró a un pequeño grupo de anestesistas consultores del FSFHG para iniciar una campaña educativa sobre el desflurano y su uso. La mayoría de los médicos clínicos se sumaron rápidamente a esta iniciativa después de conocer que el desflurano tiene una vida útil atmosférica de 14 años y una potencia más baja, lo que significa que se necesita usar más por hora de anestesia.

“Es muy importante trabajar en educación y hablar abiertamente del tema con todas las personas que trabajan en la institución: médicos clínicos, anestesistas, enfermeros y enfermeras, etcétera. Hay mucha gente que todavía no sabe lo nocivo que puede ser este fármaco para el medio ambiente”, ”, explica el Dr. Adam Crossley, anestesista en el FSFHG. Y agrega: “Por eso es bueno empezar a entusiasmar a otros Departamentos de Anestesia con el proyecto. Esto se puede lograr, sólo es necesario esforzarse un poco y hacer correr la voz”.

El trabajo en educación, la reducción de la compra de desflurano y el cambio a anestesia intravenosa llevaron a una serie de beneficios. El equipo redujo con éxito el uso de desflurano a casi cero en general en el Servicio de Salud Metropolitano Sur [South Metropolitan Health Service], el sistema de salud que alberga el FSFHG, y eliminó su uso en el FSFHG. Esto resultó en una reducción de equivalentes de dióxido de carbono de 34.554 kg por mes a cero. Para enero de 2022, el monto ahorrado por mes ascendía a $10,000 dólares australianos.

Lea el estudio de caso completo en Conectad@s (disponible en inglés)