Ubicado en el distrito rural de Garden Route, desde el Hospital George solían hacer un viaje de 450 km cinco veces a la semana para transportar los residuos infecciosos hasta una planta de tratamiento de desechos sanitarios en Ciudad del Cabo. Esto no solo era oneroso, sino que además generaba una importante huella de carbono. Además, los elementos punzocortantes debían ser incinerados, con el consecuente impacto ambiental. 

Ante este problema, Michael Vonk -director general del Hospital George- y su equipo, recurrieron al principio de proximidad de la gestión de residuos y adquirieron e instalaron un equipo de tratamiento de residuos in situ para tratar los residuos infecciosos del hospital en la fuente. El nuevo equipamiento permite destruir mecánicamente los residuos mediante esterilización por calor. 

Además de reducir el costo ambiental de las operaciones, esta instalación permite tratar in situ y de manera segura los residuos derivados de la atención por COVID-19, en lugar de incinerarlos como se hacía antes.

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